jueves, 29 de junio de 2017

Al rojo vivo



Lucas espera a que los niños estén dormidos para estallar. Últimamente los vestidos de Julia se le antojan demasiado cortos y las cenas que comparte con sus compañeros de trabajo excesivamente largas. Los gritos se clavan en los oídos de ella como alfileres en un acerico.
Julia le reprocha falta de confianza, pero piensa que sus celos, en el fondo, son una prueba de amor. Por eso perdona las palabras ofensivas que Lucas le dirige cuando pierde el control.

Al día siguiente, en la oficina, ella trata de dilucidar porqué su relación con Lucas, modélica a los ojos ajenos, se ha tornado quebradiza como una hoja en otoño. Por un momento clava los ojos en el rojo rubí que luce en su dedo corazón, y juraría que ha perdido repentinamente su fulgor primigenio.
“¿Qué harías tú sola con los niños?  ¿Qué pensarían ellos de su padre?”, se pregunta una y otra vez.
Es viernes y un ramo de fragantes rosas rojas le espera en la mesita del vestíbulo. Y decide darle una nueva oportunidad.

No pasa mucho tiempo hasta que Julia recibe un último obsequio de Lucas: una gran caja de bombones. Es roja, a juego con su mejilla.

Imagen de Internet


Escrito por Juana Igarreta para  Esta noche te cuento

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