lunes, 11 de julio de 2016

Con la luna a su favor



Caía la noche en densos copos cuando Ismael nació en aquel viejo pesquero a la deriva. El grito desgarrador de su madre al expulsarlo interrumpió el sueño del océano. Y cuando el primer llanto del infante rozó el aire, las aguas se alzaron curiosas, formando alrededor del buque una cortina de olas de erizadas crestas. El alboroto llegó hasta la misma luna que, retirando el velo tejido de nimbos de la esfera de su cara,  iluminó la desoladora escena. Y la lástima la embargó haciendo estremecer hasta el último de sus cráteres. Desde su otero celeste gobernó como nunca las aguas, empleando a fondo sus dotes magnéticas. Y fueron las olas con sus brazos de agua las que empujaron la embarcación hasta la playa. Y fueron las olas con sus lenguas de espuma las que dieron la voz de alarma.


Imagen de internet

2 comentarios:

  1. Una curiosa forma de llegar, pero salvado por las olas obedientes a la luna, muy poético y misterioso.
    Saludos.

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  2. Agradezco mucho tu visita y amables palabras, Alfred. Saludos

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