sábado, 30 de enero de 2016

Promesas ahogadas



“Maldita sea, me lo temía”, escucha Ángela musitar a Oscar Luis, su flamante marido, que sin darle opción a profundizar en dichas palabras desaparece de su vista.
Minutos después, una joven entra en la cafetería, pisando marcial sobre el suelo de tarima flotante. Se acerca a la barra y, escudriñando sus alrededores, pide una infusión que  Ángela le sirve diligente.
En breve espacio de tiempo, tras pagar la consumición, la joven sale presurosa del local. En el fondo de su taza, una alianza oculta su brillo y ahoga en manzanilla la promesa guardada tras la siguiente inscripción: “Oscar Luis 12-4-2015”.







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