domingo, 4 de octubre de 2015

Lágrimas de silicona



El puñetero ojo de la cerradura, así lo llamaba Juan cuando no atinaba con la llave a la primera para abrir la puerta, en esos días que venía con alguna copa de más, cada vez más habituales. Una vez que estaba dentro, cerraba la puerta violentamente haciendo extensible esa violencia a todos los seres y enseres que lo rodeaban.

Hasta que un día, el puñetero ojo de la cerradura, negándose a seguir siendo testigo y cómplice a la vez de tal desmán, lloró gruesas lágrimas de silicona, sellando la entrada a la trémula llave de Juan.

Imagen de internet

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