ESPUMA BLANCA
Por donde suben los toros
tras los mozos, de mañana,
poco después, un arroyo
de espuma, que fluye blanca,
arrastra el miedo pringoso.
Ese miedo que se palpa,
entre cánticos devotos
y ocasionales gimnastas,
que pelean por las fotos,
aunque pocos por las astas.
Pero la espuma hace un coro
de las angustias pasadas,
de los suspiros y ahogos,
de los nudos de garganta
y los recuerdos del toro.
¡Corre, corre, espuma blanca!
lleva hasta el río, con cloro,
restos de juerga trufada,
con el miedo y valor de unos
que se la juegan de cara.
¡Corre, corre, espuma blanca!
hasta el desagüe, que ansioso,
regurjita, sin templanza,
mito, alcohol y despojos
de una fiesta que se escapa.
Javier Igarreta Egúzkiza (13/07/2010)
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